Proyecto de recuperación de variedades autóctonas de la Cuenca de Pamplona
El Berués es una variedad autóctona de uva que en el pasado tuvo gran importancia en Navarra. Debido a factores como la plaga de filoxera en el siglo XIX, desapareció por completo. Es en 2017 cuando Otazu inicia un proyecto de recuperación de variedades de uva autóctonas de Navarra, se recuperaron 16, entre ellas, el Berués, que parte del objetivo de revitalizar la viticultura en la región y salvaguardar la diversidad vitivinícola local. Este proyecto se mantiene en curso hasta hoy, evidenciando el compromiso continuo de Otazu para rescatar y preservar la tradición vitivinícola de Navarra a lo largo del tiempo.
El primer documento escrito que habla de la variedad Berués y su importancia en Navarra se remonta al siglo XVII, exactamente al año 1620. Se hace referencia al pregón para la vendimia de las variedades Barvés (=Berués) y Mazuela, que se vendimie el Barvés en su tiempo y la Mazuela en el suyo.
En algunas referencias bibliográficas consultadas durante la investigación se han encontrado citas en las que se la describe como una variedad con calidad superior al Tempranillo y al Mazuelo, o incluso era requerida por parroquias como diezmo por su particular sabor.
Siglo
XVII
En los documentos encontrados que datan de 1760, se menciona cómo la Parroquia de Sada demandaba que la variedad Berués fuese reconocida y valorada adecuadamente, resaltando sus atributos distintivos en comparación con otras de calidad inferior.
Año
1760
En 1792 aparecen las primeras descripciones de la variedad Berués en el libro Agricultura general y Gobierno de la casa de campo de Joseph Antonio Valcarcel. Describe la Berués como una variedad de singular dulzura y suavidad y de hollejo muy delicado. Distingue a esta variedad del Tempranillo en lo tierno del sarmiento y suavidad de la hoja con mayor verdor y lozanía que tiene la Berués. En este mismo libro habla de las distintas maneras de vinificar donde habla de vinos blancos, tintos y colorados.
Año
1792
En 1832, en el Tratado práctico del Cultivo de la vid incluye al Barbés de Navarra entre las cinco castas de primera clase para vino tinto junto a la Tintilla de Sevilla, Tempranillo de la Rioja, Tinta de Ocaña y Tinto de Granada. También son numerosas las menciones de la uva Berués en la elaboración del famoso ‘Rancio de Peralta’ (1836, Tratado del cultivo de la Vid y Enología y 1871, Hidalgo).
Año
1832
Antes de la aparición del oídio en Navarra en 1850, el cultivo del Berués alcanzó su mayor relevancia, respaldado por numerosas referencias bibliográficas que elogiaban las cualidades de esta uva. Durante los años 1857 y 1877, se estima que se cultivaron alrededor de 3.944 hectáreas de Berués, cifra que aumentó a casi 6.200 hectáreas en 1891, representando aproximadamente el 13% de la superficie total de viñedos en Navarra.
Año
1850
A finales del siglo XIX, en el estudio realizado para la Exposición Vinícola Nacional de 1877, se destacaron varias variedades de vid presentes en los viñedos navarros. En primer lugar, se mencionaron las variedades Mazuela, Bernés (también conocida como Berués), Tempranillo y Garnacha.
Año
1877
En 1885, la variedad Berués fue incluida en el índice de variedades de Navarra en el libro del viticultor. Además, en el avance estadístico sobre cultivo y producción de la vid publicado por la Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio en 1889, se menciona al Bernés como una variedad utilizada tanto para vino blanco como tinto en localidades como Aoiz y Pamplona, y al Barbés para vino blanco y tinto en Tudela, así como para vino tinto en Tafalla.
Año
1885
Con la llegada de la filoxera en 1895, el viñedo desapareció prácticamente en su totalidad, perdiéndose variedades que tuvieron mucho protagonismo en la viticultura de esa época, entre las que destacaba la Berués. El cultivo de la vid se desplazó hacia el sur de Navarra y en la Cuenca de Navarra se sustituyó en su mayoría por el cultivo del cereal. En los viñedos que se mantuvieron en la Cuenca plantaron variedades más resistentes al oídio principalmente Garnacha.
Año
1895
En la memoria general de las sesiones del Congreso Nacional de Viticultura, se menciona la variedad Bargüés (Berués) en las ponencias relacionadas con las variedades de uva de hollejo negro y color morado. Se cita a Bargüés en localidades como Arrasgoiti, y a Berués y Berueses en Echauri.
Año
1912
A finales del siglo XIX e inicios del XX, las referencias bibliográficas que mencionan la variedad Berués en la producción de vinos principales en Navarra son abundantes. Destaca la publicación en 1915 de Nicolás García de los Salmones, donde el autor indica que, en Navarra, las variedades Garnacha, Mazuela, Berués y Tempranillo eran las cepas principales utilizadas en la región.
Además, resalta que las condiciones de los terrenos y el clima navarros son excelentes en todas las comarcas vinícolas, lo que permite obtener una producción abundante y de calidad. Se mencionan diversos tipos de vino, desde el chacolí de 8,5º en los campos de la zona alta de la provincia de Navarra hasta los vinos de 16-17º de alcohol que se recolectan en ciertos lugares de la ribera.
Año
1915
El libro Viticultura de la Enciclopedia Agrícola de Paul Pacottet se menciona el parentesco entre la ampelografía navarra, aragonesa y riojana. En cuanto a los viñedos tintos, se destaca la presencia de variedades como Barbés, Garnacha, Mazuela, Graciano, Tempranillo y Miguel de Arcos. Por otro lado, en los viñedos blancos se mencionan variedades como Bernés, Palopa, Biona y Anabés.
Año
1918
En 1926, dentro del capítulo de variedades secundarias en la descripción de las variedades cultivadas en Navarra, Apolinar Azanza incluyó la variedad Berués en su obra.
Año
1926
Otazu es un proyecto que rinde tributo a la historia, respeta su entorno y busca constantemente la expresión completa del terruño de la Bodega. Desde que se plantaron las primeras variedades, se tuvo en mente transmitir la singularidad del sitio en el que se encuentra. En estos últimos 30 años, el equipo de Otazu ha explorado su pasado, su historia y sus raíces, emprendiendo un camino hacia la recuperación de lo perdido y el descubrimiento de lo nuevo.
Año
2017
En 2017, en su apuesta por la innovación en el sector vitivinícola, Bodega Otazu lanzó un proyecto en colaboración con la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y expertos de la Estación de Viticultura y Enología de Navarra (EVENA), con el objetivo de recuperar variedades autóctonas que solían cultivarse en los viñedos de la Cuenca de Pamplona hasta finales del siglo XIX. Este proyecto, dirigido por José Luis Ruiz (1975-2020), director técnico de Bodega Otazu, y Gonzaga Santesteban, profesor titular de Viticultura de la UPNA, fue el siguiente paso en la búsqueda de la expresión completa del terruño.
Durante la prospección de campo en 2017, el equipo de investigación encontró plantas aisladas que crecían en estado salvaje y que fueron identificadas mediante técnicas de reconocimiento de ADN. Entre las variedades recuperadas se encontraba Berués, una joya perdida inexplicablemente. Además, se descubrieron otras variedades como Mazuelo, Macabeo, Castellana Blanca, Tempranillo, Cinsaut, Jacquez, Palomino, Tinta de Navalc., Morate, MGM, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Garnacha, Benedicto, Tortonzona tinta, Cayetana y algunas desconocidas. Estas variedades, que en su momento tuvieron un gran peso en la viticultura de la Cuenca de Pamplona, desaparecieron a finales del siglo XIX debido a enfermedades como el oídio y la filoxera.
Año
2017
Recuperar estas variedades autóctonas es parte del legado que Guillermo Penso, dueño de Bodega Otazu, desea dejar a su hija. Al igual que su padre, ha tenido la oportunidad de añadir una nueva pieza al rompecabezas de los orígenes de la Bodega, acercándose así a su obsesión por expresar la singularidad del terruño. Este nuevo viñedo, llamado Pia en honor a la hija de Guillermo Penso, representa el compromiso de Otazu con la innovación y el respeto por la historia.
Este proyecto de recuperación de variedades autóctonas no solo fortalece la misión de Otazu de recuperar su terruño y situar sus vinos nuevamente en el mapa de los grandes vinos de España y del mundo, sino que también refuerza la cultura del vino como un legado vivo. La pasión desempeña un papel fundamental en este proceso, ya que impulsa a explorar terrenos desconocidos y apostar por el futuro con resultados inciertos.
La historia y la innovación se entrelazan en Otazu, guiando a este proyecto hacia un futuro que honra el pasado. La recuperación de las variedades autóctonas perdidas es un paso importante en el camino hacia la completa expresión del terruño de Otazu y hacia el reconocimiento de su valiosa contribución a la viticultura de la Cuenca de Pamplona.
Año
2017
En 2019, Bodega Otazu y la UPNA continuaron su proyecto de recuperación de variedades autóctonas para destacar el valioso patrimonio vitícola y enológico de la Cuenca de Pamplona, centrándose en la recuperación de la variedad Berués. Tras un minucioso estudio genético y agronómico, lograron reproducirla y multiplicarla en vivero. Este hito marcó un importante paso adelante en la iniciativa, y en junio de ese mismo año se llevó a cabo la plantación de las primeras vides de Berués en los viñedos de Bodega Otazu. Desde la primera plantación realizada en el marco de la prospección, se ha llevado a cabo una exitosa multiplicación de la madera de todas estas variedades recuperadas mencionadas anteriormente, lo que ha permitido ampliar gradualmente la extensión de dicho cultivo.
Año
2019
Otazu se ha fijado el objetivo de expandir su plantación de Berués cada año, con el fin de continuar su estudio y asegurar la producción necesaria para su vinificación. En febrero de 2022, el equipo técnico de la Bodega recolectó madera de las plantas de Berués con dos propósitos fundamentales. El primero fue llevar dicho material a un vivero para realizar injertos, mientras que el segundo consistió en obtener yemas de los sarmientos recolectados para realizar injertos de yema en cepas ya plantadas.
Año
2022
El sobreinjerto que se llevó a cabo es el injerto de yema en T, que consiste en injertar una yema de la variedad Berués en este caso sobre el tronco de una cepa ya plantada. El objetivo de este proceso es acelerar la producción y evitar partir desde cero, considerando que las vides aún no están completamente formadas.
Año
2023