En un mundo donde las fronteras entre disciplinas se diluyen, el arte y el vino emergen como dos expresiones de creatividad, tradición y experimentación que, al entrelazarse, generan nuevas formas de percepción y disfrute. Para Otazu, el arte no solo es una inspiración, sino una parte esencial de su identidad. Desde las actividades de la Bodega hasta las que lleva a cabo la Fundación Otazu, cada iniciativa está concebida con el fin de fomentar el diálogo entre la creación artística y la excelencia vitivinícola.
El compromiso de Otazu con el arte trasciende el concepto de coleccionismo. A través de Fundación Otazu, la Bodega impulsa una visión donde la práctica artística se entiende como un motor de transformación, capaz de generar conocimiento y activar nuevas formas de comprensión sobre el entorno. Esta labor se materializa en proyectos que exploran las intersecciones entre lo social, lo económico y lo creativo, y promueve un arte que no sólo se contempla, sino que se experimenta y cuestiona. Con un enfoque en la colaboración y la construcción de nuevas narrativas, la Fundación Otazu reafirma su vocación por generar espacios en los que el arte dialogue con otras esferas de la cultura y la sociedad.
Este compromiso con la creación artística tendrá una nueva expresión el próximo 4 de marzo en el Círculo de Bellas Artes (Madrid), donde Otazu participará en los Premios «A» al Coleccionismo que concede la Fundación ARCO, un evento que reconoce el papel fundamental de los coleccionistas en la preservación y difusión del arte contemporáneo. La presencia de Otazu en esta cita refuerza su vínculo con la comunidad artística, y su papel como agente activo en la promoción del coleccionismo, valores que comparte con la feria y que forman parte de su ADN.
Y es que la conexión entre el arte y el vino en Otazu se basa en una misma filosofía de creación. Tanto en la producción vitivinícola como en la artística, se requiere sensibilidad, paciencia y un profundo respeto por el tiempo y los elementos que la conforman. Así como una obra de arte puede transformar nuestra manera de ver el mundo, un vino tiene la capacidad de transportarnos a un territorio, a una historia, a una sensibilidad. En este sentido, Otazu sigue desarrollando iniciativas que fomenten el encuentro entre estas dos disciplinas, convencidos de que el arte y el vino, juntos, pueden abrir nuevas formas de diálogo y experiencia sensorial.